Etiquetas de vinos

A veces, se confirma que una imagen vale más que mil palabras.

No hay duda de que las etiquetas de las botellas de vino son la imagen de una bodega, o al menos, la primera imagen. Tampoco hay duda de que su evolución en los últimos años ha sido vertiginosa, incluso me atrevería a decir que a día de hoy se podría trazar una muy reciente historia visual del etiquetaje  español.

La etiqueta de un vino provoca impulso, sugestión. Representa y valora una marca de vino

En sí misma, una etiqueta es una identificación a través de la cual se representa y valora una marca de vino. Pero no solo eso, la etiqueta clasifica y proyecta una idea al consumidor; es impulso y sugestión. Y su diseño un acto de atracción.

En la evolución de la etiquetas de vinos en España hemos pasado por fases bien distintas, desde estilos muy clásicos a muy modernos, tipógrafas de moda, arco iris de colores, estampaciones, relieves…Ahora se llevan las etiquetas de tal guisa y pasado unos años de otra. Incluso hay diseñadores de etiquetas que también se ponen de moda y que casi puedes reconocer su estilo cuando ves una botella; y es más, a veces marcan tendencia de tal manera que su contagio estilístico es su propia defunción.

Hoy, algunas etiquetas son puro reclamo, una llamada de atención para que los ojos de un probable comprador se fije en ella y compre, rompiendo así el duro muro del vino que se interpone en el acto de compra.

Reclamos originales, de mal gusto, atrevidos, elegantes, sencillos y efectivos, barrocos, delirantes…Hoy encontramos un poco de todo en el mundo de la etiqueta de vinos. La creatividad siempre es de agradecer, aunque solo sea como disfrute visual. Pero para ser sincera, a veces no encuentro su sentido ni su intencionalidad.

Hay imágenes que valen más que 1000 palabras, y otras que son monosilábicas

Creo que es imprescindible cuidar la imagen de una botella, pero es mucho más importante cuidar la proyección que se trasmite, y algo fundamental, si el discurso que se esconde detrás de una etiqueta es sólido y creíble de cara al consumidor.

Hace poco me encontré con estas etiquetas y me llamaron a atención. Son de una bodega de Fuenteálamo en Albacete, una empresa familiar ahora dirigida por los hijos de sus fundadores. Elaboran en ecológico y su proyección comercial se dirige principalmente al mercado exterior. Así que os propongo un ejercicio de reflexión sobre ellas y su mensaje.

 

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